las ciudades tentaculares- émile verhaeren ediciones vitruvio 2022 (traducción de pedro alcarria)

 


El pasado 6 de mayo se realizó la presentación de "Las ciudades tentaculares", es mi traducción (la primera al español) de esta obra titulada en su idioma original "Les Villes tentaculaires" y escrita por el poeta belga Émile Verhaeren.


                                            (Fotografía de Jose A. Ortiz)

En el acto, que se produjo en la residencia del embajador de Bélgica en España Geert Cockx, estuve acompañado por el profesor en el departamento de Filología francesa de la UAM André Bénit, el director de Ediciones Vitruvio Pablo Méndez y la poeta Marisol Santiago que realizó una lectura dramatizada de uno de los poemas.


                                             (Fotografía de Jose A. Ortiz)

Émile Verhaeren (Sint-Amands, Amberes 21, de mayo de 1855-Rouen 27 de noviembre de 1916) fue un poeta flamenco de expresión francesa, compañero de generación de Georges Rodenbach y Maurice Maeterlinck. Iniciado literariamente en el parnasianismo y muy influenciado posteriormente por el simbolismo, es considerado como uno de los fundadores del modernismo literario europeo.


                                                     (Émile Verhaeren)

En Las Ciudades Tentaculares, Verharen representa con una potencia expresiva incomparable, el declive del mundo rural, y la miseria de los campos abandonados, derrotados por las ciudades en auge, que se convierten progresivamente en los escenarios principales de nuestro tiempo. Verharen, nacido en 1855 en plena campiña belga, es testigo del avance de la revolución industrial y describe cómo un mundo que se movía con el ritmo ancestral de las cosechas y del paso de las estaciones agoniza y se despuebla a medida que sus gentes marchan a trabajar en las industrias de las ciudades en expansión, que Verharen compara con un pulpo voraz que va devorando todo su espacio circundante.


                                          (Les Villes Tentaculaires)

Todo ello va siendo desgranado por Verhaeren en un conjunto de poemas que parecen animarse ante los ojos del lector, dibujando y poniendo en escena el despliegue de la vida urbana, de la actividad febril de una gran ciudad de finales del XIX, que por momentos podrían describir también cualquier metropoli contemporanea en su espectáculo de la vida moderna, plasmado con palabras visionarias, alucinadas, que literalmente transportan al lugar y al momento representado sobre el papel.

                                     (Fotografía de Jose A. Ortiz)

La potencia fundamental de estos poemas reside en el efecto que producen de ser un fresco vivo que se agita ante los ojos del lector. Como si de una sucesión de planos secuencia se tratara, parece que Verharen vaya filmando sus pasos a medida que abandona los campos y se va internando en la ciudad. Con él entramos en las catedrales; en las fábricas; pasamos junto a una estatua; llegamos al puerto que recibe las mercancias y materias de todas las partes del mundo; atravesando las bajos fondos vemos todo el decorado humano de rufianes vagabundos y prostitutas; entramos en un bazar lleno de compradores; en un teatro de variedades; de pronto estalla una revuelta violenta…

                                  (La ciudad. Frans Masereel)

El verso de Verharen es único y muy particular. Es un poeta comparado a menudo con Walt Whitman (otro cantor de la vida moderna), por la dimensión épica de sus poemas y por su utilización del verso libre.

Sin embargo, el de Verharen entra y sale continuamente de las formas métricas tradicionales, con una libertad que parece justificada en la voluntad de representar el ritmo desordenado de la vida urbana. Un vaivén que no pierde nunca de vista un cierto aliento general, que encuentra su sentido en la búsqueda de una impresión general de velocidad y acción. De ahí esa fuerte impresión cinematográfica que transmiten. En alguno de estos poemas es posible visualizar a aquellos obreros filmados por los hermanos Lumière a la salida de la fábrica e incluso la terrible distopía que representó Fritz Lang en Metropolis.


                                 (Salida de los obreros de la fábrica. Hermanos Lumière)

Es normal que en España la obra de Verhaeren tuviera grandes seguidores en aquellas ciudades en donde mayor empuje había tomado por entonces la revolución industrial, fundamentalmente El País Vasco y Cataluña. Aquí tuvo grandes amigos como el pintor Darío de Regoyos que le acompañó en un viaje por la península documentado en el libro La España Negra. Curiosamente por fuerte que fuera esa influencia nunca vio ninguno de sus libros de poesía traducidos al español. 

                                           (Fotografía de Jose A. Ortiz)

Ahora, gracias a la ayuda y orientación del Dr José A. Ortiz y al apoyo de Ediciones Vitruvio, mi traducción de Les Villes Tentaculaires, se convierte en la primera traducción al español de esta obra poética fundamental para la plena comprensión de la vanguardia Europea.


                                                   (Fotografía de Jose A. Ortiz)


La llanura (Fragmento)


La llanura está aburrida y sus rastrojos y graneros

Y sus granjas cuyos hastiales están carcomidos,

La llanura está aburrida y cansada y ya no se defiende,

La llanura está aburrida y muerta y la ciudad se la come.


Formidables y criminales,

Los brazos de diabólicas máquinas,

Segando el trigo evangélico,

Espantaron al viejo sembrador melancólico,

Cuyo gesto parecía acorde con el cielo.


La hórrida humareda y sus harapos de hollín

Cruzaron el viento y lo ensuciaron:

Un sol pobre y envilecido

Se ha desgastado como la lluvia.


Y hogaño, donde se asentaban las claras casas

Y los huertos y los árboles cubiertos de oro,

Uno divisa, interminable, de sur a norte,

La negra inmensidad de las fábricas rectangulares.







 

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