rock fálico (chuck berry, leonard cohen, kiss y lou reed)




Efectivamente, ya lo dice bien Leonardo Dantés: tiene nombres mil el miembro viril. Hablo del micrófono, la nutria, el chino tuerto, la flauta travesera, el dedo número 21, la palanca de cambios, el cíclope sentimental, el soldadito de casco rojo, el válgame dios, la serpiente diabólica, la zambomba, el ciruelo, la minga, en definitiva y como bien dijo Rabelais: La primera pieza en el armamento de un guerrero. Hoy traigo a este blog cuatro canciones selectas que se podrían describir como piezas ejemplares del rock fálico.    


                                                                                                                                                       
Chuck Berry alcanzó el nº1 en las listas del Billboard del año 1972 con este sencillo: "My Ding-a-Ling" cuya letra narra una tierna experiencia infantil. In illo tempore,  cuando Chuck Berry, era un pequeño zagal, su querida abuela le obsequió un bonito juguete: Dos campanillas en una cuerda, y al parecer acompañó el regalo con estas palabras tan ilustradoras:  "Pequeño Chuck, este es tu ding-a-ling. Juega con él" A partir de ese momento Chuck Berry no quiso hacer otra cosa que jugar con su pequeño ding-a-ling.  Ningún otro pensamiento lo desviaba de su determinación al respecto.  A partir de entonces, por ejemplo, cuando el pequeño Chuck Berry iba a la escuela, esperaba a que empezaran las clases y se quedaba en el pasillo, jugando con las campanillas. Y esa obsesión, esa compulsión adolescente por el ding-a-ling era tal que llegó a experimentar  situaciones inverosímiles que llega a narrar de este modo:                                                        

“Un día crucé Turtle Creck, con los peces nadando entre mis pies. Y macho, claro que fue difícil esa mierda: Nadar sujetando con ambas manos mi ding-a-ling!”                                                                                      

Le sorprenderá al lector, pero por algún motivo, esta canción fue tachada en su momento de indecente, y muchas emisoras se negaron a radiarla por considerarla una oda a la masturbación. El siguiente tema, pasó más desapercibido, a pesar de la fama de mujeriego de su autor, Leonard Cohen:  



Estamos en 1977 y esta canción pertenece al disco de Leonard Cohen titulado Death of a Ladies Man (Muerte de un mujeriego) producido por ese psicópata extravagante recien fallecido que fue Phil Spector, en su mítico estudio, Gold Star. La grabación del disco y de este Don’t Go Home with Your Hard-On, fue un caos absoluto por la personalidad de Spector que, como es sabido, estaba loco de remate. Esas míticas sesiones acabarían con el productor completamente borracho, encañonando a Leonard Cohen con un Colt del 38, al grito de “Leonard, te quiero"! En ese ambiente de… digamos… masculinidad tóxica, nació esta canción cuyo titulo traducido vendría a significar No te vayas a casa con una erección. Y dice así:

 Ah, pero no te vayas a casa con una erección, hará que te vuelvas loco. No puedes sacudirla o romperla con tu Motown. No puedes desinflarla bajo la lluvia.                                                                                                                                 

Más obsceno y gamberro imposible. Por cierto (detalle no menor) a los coros tenemos a Bob Dylan y Allen Ginsberg, el famoso poeta, que por allí pasaban. Pero no nos detengamos. En este campo de nabos todavía queda por recolectar.  




La famosa Plaster Caster, de esa panda de mamarrachos conocida como KISS reza así:

Oh las cosas se complican, mi amor está en sus manos, y ya no hay que esperar, ella entiende. El yeso se está poniendo más y más duro y mi amor es la perfección.                                                        

La canción es un homenaje a Cynthia Albritton, alias Cynthia Plaster Caster, una groupie que a finales de los sesenta alcanzó cierta notoriedad con un proyecto artístico que consistía en lo siguiente: extraer moldes en yeso de los penes en erección de celebridades de la talla de Jimi Hendrix, Keith Moon o Eric Burdon entre muchos otros. Hasta 75 piezas se cobraron las manos expertas de Plaster Caster, que solía rematar la faena como bien te imaginas, preclaro lector. 

Y para concluir, sin más dilatación, disparo la última...




Y la última descarga musical que procedo a proyectar sobre ti querido lector proviene de mi admirado Lou Reed, quien en el disco de 1984 Sensations incluía un tema titula My red Joystick, en el que ruega, implora, suplica a su ex que se lo lleve todo, que se quede la casa, las joyas, lo niños, la tele… pero por el amor de dios le deje su pequeño Joystick rojo. Y es que poco más necesita un hombre para alcanzar la felicidad.   

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