la trágica historia del rock camboyano


Esta es una historia con final trágico ambientada hace décadas, en un remoto lugar situado en el Delta del Mekong: en concreto Camboya, (parte de la antigua Indochina), donde toda una generación de músicos,fusionó la música tradicional con el rock and roll, creando una de las explosiones pop más originales de la historia de la música. Una historia que habla del apogeo, exterminio y resurrección de un sonido inigualable, el rock camboyano.



Aquí la voz de Sinn Sisamouth, sin duda alguna la máxima estrella de este particular sonido, y conocido como el Elvis Camboyano.  En 1953 Camboya se había liberado del protectorado colonial francés y Sisamouth comenzó a descollar cantando en la radio nacional, patrocinado por el monarca reinante, un tal Norodom Sihanouk, que se había propuesto modernizar el país incentivando las artes, y fomentando una cierta occidentalización de las costumbres. En este sentido Sisamouth fue clave en la popularización del rock, al traducir los grandes éxitos internacionales a la lengua del país. También fue el responsable de lanzar las carreras de otros músicos más jóvenes, como la de Pan Ron, con su fabuloso Dance Twist:




 

Esta apertura cultural llenó las tiendas de discos de la capital, de ritmos occidentales. La juventud camboyana se empapó de esta nueva música, y los intérpretes de la época absorbieron esa savia extranjera dando lugar al sonido más avanzado del sudeste asiático. Además, con la guerra de Vietnam por medio,-a través de las radios del ejército norteamericano- llegan también al país el rock psicodélico, el surf, el soul y el funk.

Al poco, se mezclan los instrumentos y escalas de la música tradicional camboyana, con las guitarras, baterías y teclados de Occidente,  dando lugar al nacimiento de un sonido nuevo y exótico. Como el de Liev Tuk, el James Brown de Asia:




 

Por desgracia, durante los años 70, a consecuencia de las tensiones derivadas de la guerra fría, estalla en el país una guerra civil que culmina con la subida al poder de Pol Pot y sus jemeres rojos, que imponen al país, un comunismo agrario por el que se desplaza a la población urbana hacia las zonas rurales para trabajar la tierra. El resultado fue la muerte de alrededor de dos millones de personas a causa de la inanición, el trabajo esclavo, las matanzas y las ejecuciones masivas. En esos años de terror fueron masacradas las minorías étnicas, los opositores políticos, y también todo aquello que recordara a occidente, como los músicos de rock, considerados responsables de la “contaminación” que había sufrido la  cultura camboyana. Fueron muy pocos los que sobrevivieron al exterminio. De los desaparecidos no quedó ningún registro.





De repente, en los años 90, empiezan a circular por el mundo grabaciones -como Yuvajon Kouge Jet de  Yol Aularong-  que se convierten en objeto de culto, gracias a un turista norteamericano que hace llegar varios cassettes a un sello independiente. Editados bajo el título de Cambodian Rocks, el material se agota rápidamente. Este redescubrimiento del rock camboyano impide que toda una prodigiosa generación de músicos se pierda en el olvido. Porque no lograron exterminar la música, hoy podemos disfrutar del legado de artistas como Ros Sereysothea,  conocida como la “Reina de la Voz de Oro”.




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