javier corcobado. rabia y óxido


 

Confieso mi debilidad por las figuras marginales, excéntricas, excesivas, originales, en el límite. Me gusta lo raro, lo heterogéneo, lo arriesgado, tengo devoción por los caminantes en el filo de la navaja, por las manifestaciones más convulsas del genio creativo. No me lo invento, está en los estatutos del Blog. Es por eso que ya era hora de traer aquí la furiosa voz de Javier Corcobado:



Javier Corcobado, poeta, novelista y músico de la anomia, del desgarro vital, es algo así como la gran promesa blanca del underground nacional. En sus inicios, durante los ochenta, interpretó el papel de némesis o reverso tenebroso de cierta movida que comenzaba a volverse más dócil y estandarizada; siendo impulsor de varios de los grupos más radicales de la música española de los ochenta, como 429 Engaños, o Mar otra vez de los que es un buen ejemplo el fantástico tema miércoles cercano al infierno. Mar Otra Vez ha sido considerado, por su sonido singular y desasosegante un grupo de culto; con ellos grabaría varios discos hasta su disolución. Después Corcobado formaría otro conjunto, un experimento extremo con una base de blues eléctrico llamado Demonios Tus Ojos, que tuvo una existencia de poco más de un año y que en 1988 llegó a ser telonero de Sonic Youth


Esa continua mutación y cambio de proyectos cristalizaría poco después en uno de los sonidos más potentes y rabiosos de su carrera:



Corcobado y los Chatarreros de Sangre y Cielo. Así bautizó en 1990  la banda con la que creó el furibundo y oscuro disco titulado Tormenta de tormento, producido por Ollie Halshall (guitarrista de Nico y John Cale, entre muchos otros). Coincidiendo además, muy oportunamente, con la aparición de Chatarra de sangre y cielo, su primer libro de poemas, al que seguirían otros como el sudor de la pistola 13 o Dios perdona a Satanás.

Y probablemente sea esta faceta de su producción, la de poeta, la que predomina y deja huella en todo cuanto hace Javier Corcobado.

 

EL ABOGADO ESTIRA LOS PIES SOBRE LA MESA RECITANDO MI CANCIÓN

 El abogado estira los pies sobre la mesa

recitando mi canción.

Me suicido delante de él.

El abogado baja los pies de la mesa

y se acerca a mí.

Me coge de las solapas y me levanta

hasta su cara.

Permanezco de pie,

mientras vuelve hacia la mesa.

El abogado estira los pies sobre la mesa

recitando mi canción.

Me suicido delante de él.

El abogado baja los pies de la mesa

y se acerca a mí.

Me coge de las solapas y me levanta

hasta su cara.

Permanezco de pie,

mientras vuelve hacia la mesa.

El abogado estira los pies sobre la mesa

recitando mi canción.

Me suicido delante de él.

El abogado baja los pies de la mesa,

se acerca a mí y me escupe la canción.

 


Artista absolutamente inclasificable, Corcobado imprime a todas sus canciones su particular estilo: entre escabroso y autoconscientemente naif; un sonido que con los años ha virado de la disonancia caótica; del alarido radical de sus comienzos, hacia un sentimiento más lírico, menos violento pero igual de exaltado emocionalmente; casi barroco, como en Caballitos de Anís, con un Corcobado en un registro muy distinto, no tan estridente pero nunca fácil ni domesticado, que se acerca cáusticamente a géneros populares como el pasodoble o el bolero, para ponerlos del revés. Músico, poeta, novelista, más reconocido en países como Mexico -donde es una figura de culto- que en España, Javier Corcobado, también es uno de esos fetiches de las inmensas minorías.


Un apostolado subterráneo que le ha reportado la admiración de artistas tan conocidos como Nacho Vegas, que siendo guitarrista del grupo Manta Ray embarcó a Corcobado en una colaboración que tuvo como resultado el disco “Diminuto cielo” de 1996. También otros como Andrés Calamaro, Los Enemigos o Luz Casal, han solicitado el apoyo en las labores de  productor o letrista de quien a lo largo de su carrera ha demostrado ser uno de esos artistas impares, extraños, amargos como el óxido en el diente de una sierra, y bellos como las flores inesperadas, que crecen polvorientas y encorvadas en los descampados.



Con treinta años de carrera imposibles de reducir a unas pocas lineas. Espero sin embargo haber hecho algo de justicia a la figura de
Corcobado, en estas breves pinceladas. A la espera de la publicación de su Canción de amor de un día, el proyecto de una canción de 24 horas de duración -en proceso de edición desde 2017-, cierro la entrada con un provocativo tema de su último trabajo de 2019:  Somos demasiados. Una denuncia de la superpoblación mundial, que visto con la perspectiva de la pandemia COVID parece premonitorio:





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