sylvia plath en canciones
Esta es la introducción perfecta a mi entrada de hoy. Belle
and Sebastian, con su tema Enter Sylvia Plath, entra Sylvia Plath.
Una canción inspirada por la famosa escritora y poeta americana -aunque vivió a
caballo entre Inglaterra y Estados Unidos-, fallecida hace cerca de 60 años, en
circunstancias trágicas. Figura que a pesar del tiempo, sigue vigente y
ejerciendo su influencia sobre creadores de toda índole: Escritores, cineastas,
artistas gráficos y por supuesto músicos, que han elevado a la categoría de
clásico moderno, e icono del movimiento feminista, a quien humildemente se
describió a sí misma como “La chica que quería ser Dios”
La chica que quería ser Dios, así titularon Manic Street Preachers un tema de 1996, en honor de quien dejara escrito: “Líbreme de cocinar tres veces al día, líbreme de la inexorable jaula de la rutina y la costumbre. Amo la libertad. Deploro las restricciones y las limitaciones. Yo soy yo. Yo soy poderosa. Creo que me gustaría llamarme: La chica que quería ser Dios”. Una sentencia que resume la tragedia personal de Sylvia Plath, como mujer creadora, que se enfrentó y finalmente sucumbió al conflicto entre su ambición por desarrollar una carrera profesional como escritora, y el deseo de casarse y establecer un hogar. Un dilema que es el reflejo del problema social y colectivo de las mujeres -más acuciante si cabe en los años cincuenta- , a las que la división patriarcal les ha impuesto durante tanto tiempo un papel subordinado.
Y esta es Colossus, de Of Montreal, otra canción
basada en un poema de Sylvia,
la hija de dos inmigrantes alemanes, nacida en Boston, en 1932, que demostrara
desde muy niña su talento, ya que publica su primer poema con solo 8 años. Una mente
tan brillante, que acaba con honores sus estudios universitarios, a pesar de
manifestar desde joven los síntomas de un trastorno bipolar del que -tras un
intento de suicidio- sería tratada con electrochoques. En 1955 consigue una
beca para estudiar en Cambridge, donde conoce al poeta Ted Hughes, con
quien se casa pocos meses después. Será un matrimonio desgraciado y turbulento;
Plath muy marcada por la muerte, siendo niña, de su padre, vive dolorosamente
en contradicción con sus propias emociones: Siente aversión y al mismo tiempo dependencia
de una figura masculina. “Quiero refugiarme en el gigantesco abrazo paternal de
un coloso” escribiría en su diario. Y también: “Toda mujer adora a un fascista”
El candidato
Empecemos, ¿cumple usted
con nuestros requisitos? ¿Usa
ojo de vidrio, diente postizo, muleta
o bastón? ¿Lleva garfio, prótesis
en la entrepierna, en el pecho?
¿Suturas, señales de algo que falta? ¿No?
¿Cómo que no? ¿Qué podríamos darle, entonces?
Deje de llorar.
Abra esa mano.
¿Cómo vacía? Vacía. Aquí tiene esta mano
para colmar la suya y traerle
tacitas de té, ahuyentar su dolor de cabeza,
hacer lo que le ordene.
¿Se casaría con ella?
Está más que dispuesta
a bajarle los párpados cuando llegue el final,
a disolverse en la pena.
Y con la sal, empieza de nuevo.
¡Pero usted está desnudo!
¿Qué le parece este traje? Es oscuro
y rígido, pero le quedaría muy bien.
¿Se casaría con él?
No se moja, no se rompe, no hay llama
que lo queme, ni bomba que lo destruya.
Lo vestirá hasta en la tumba.
Perdóneme que le diga, pero usted tiene
la cabeza vacía. Yo tengo la solución.
Mi amor, salí de tu escondite.
¿Y este primor, qué le parece?
Ahora en blanco , como un papel,
en veinticinco años, será de plata
y de oro en cincuenta.
Muñeca viva, hará lo que le pida.
Sabe coser, bordar, cocinar,
y sabe hablar, hablar sin parar.
No tema, es un buen artefacto.
Bálsamo para su herida y,
para su mirada, espectáculo.
Querido mío, qué otra opción le queda.
Cásese, cásese, cásese con ella.
He aquí El candidato. La banda inglesa The Blue Aeroplanes, escogió en 1990 este poema incluido en el libro Ariel, para ponerle música. Obsesiones que se transforman en palabras crudas y despiadas, un modelo de poesía confesional que refleja toda la renuncia de mujeres como ella, reducida al papel de ama de casa y prácticamente secretaria de Ted Hughes, -con quien tuvo dos hijos-, hasta que las infidelidades de él acabaron con el matrimonio. El autoexamen casi neurótico de esa lucha interna, entre la necesidad de ser madre y esposa, y la posibilidad de desarrollarse plenamente como mujer libre e independiente, es el drama fundamental en la obra de Sylvia Plath. Obra breve en extensión, pero poderosa en alcance y vigencia que se reduce a una novela y dos poemarios, el segundo de los cuales fue escrito poco antes de suicidarse.
“Para la persona encerrada en la campana de cristal, vacía y quieta como un
bebé muerto, el mundo mismo es la pesadilla” escribió Sylvia Plath en su
única novela La campana de cristal. Veinticinco años después, la
frustración y la rabia que trasmiten esas palabras, resuena combativa en las
voces de The Bangles. Porque la literatura tiene esa capacidad de crear
alianzas a través del tiempo. Y por ello, infinidad de artistas, inspirados por
la vida y la obra de de Sylvia Plath se han conjurado para romper esa
campana de cristal. Junto a ellos, yo también, le rindo tributo.
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