reseña de "poemas de una polilla" de marisol santiago
“¿Quién amaría a una sombra?/¿Quién a esta oscuridad alada?”
Escribo esta reseña a propósito de la reciente salida, bajo
el sello de la editorial Vitruvio, del libro “Poemas de una polilla”, de
Marisol Santiago. Después de una primera lectura voraz y admirada, en un
segundo acercamiento más pausado, corroboro mi impresión de estar ante un
poemario muy interesante y sólido. Los poemas de Marisol Santiago me han
parecido una especie de miniaturas misteriosas y sutiles como la mariposa
noctámbula del título. Me sugieren el diseño de un diorama en donde una
anécdota aislada pero significativa tuviera lugar fuera de campo del pequeño
recuadro. Tienen también un aire de asombro infantil por las cosas, de
inocencia auténtica, de saber observar, sin la pereza arrogante de tantos
poetas que entregan sus primeros libros.
“La luna me espía”
Sus poemas miran claro y dicen bien contra la áspera lógica
de la realidad. Son pequeños actos de justicia, están sopesados y resultan de
una madurez refrescante. Una mujer plena que contempla el mundo de forma
rigurosa y humana. Una poeta manejando el lenguaje con toda intención, para
construirse y explicarse a sí misma.
“Soy tan frágil que por eso la vida me hizo madre”
Tuve la suerte de conocer a Marisol este mismo año, tras la presentación de mi libro Camada, en la
sede de la editorial Vitruvio, y en aquel momento ya hablamos de este poemario
y de las polillas, un pequeño insecto psicopompo (es decir, conductor de almas)
que en ocasiones se autoinmola y que apenas consigue alzar el vuelo en su
ascensión algo errática. Con un tiento parecido en su precisión vulnerable y
temeraria, se acerca Marisol a acariciar
los temas que desarrolla en su poesía, ninguno de ellos desdeñable: La maternidad,
los amores que se envenenan y se transforman en monstruos, la necesidad de
transformación personal como única salida (“saldré por siempre de tu amor”); la
forma en que la poesía y el lenguaje dan forma al ser y construyen una manera
de estar en el mundo, de anclarnos en mitad del fluir y del cambio perpetuos,
una tenue posibilidad de fijarnos y encontrar amparo en mitad de lo incierto...
“Inmensa y orgullosa,/arrancas al desdén/tu ternura absoluta”
Y es así, con el rumor de un frágil aleteo, como se va
esbozando la taxonomía emocional de una mujer, de una madre, de una
amante, tal vez desventurada pero
combativa “corazón insumiso”. Esta humilde polilla, vuela en torno a temores y
tropos muy familiares, peligrosamente
cerca, tentando al fuego. Su curso traza hilos invisibles de intimidad, en su
dibujo indeciso entorno de las cosas, y cuanto ser habita y respira implícito
en estos poemas, parece actuar de Escila o Caribdis de su vuelo, de roca oculta
en la profundidad superficial de lo ordinario. Presencias, en ocasiones
ominosas, que atraen y amenazan la vida delicada de estos poemas, cargados por
igual con el dolor y la esperanza de la poeta. Una poeta que ha encontrado la
forma de transformar el golpe infligido, en ala sensible, en justa música, en
diseño aéreo. La polilla tantea la luz que se proyecta desde el halo de una
vela, se atusa una antena con suavidad, camina hacia el fuego, se deja
atravesar por él y lo respira. Igual impulso delatan los poemas de Marisol
Santiago, pero ella enhebra con sus versos, la cuerda del ancla que la pone a resguardo,
trenzada indistintamente con los hilos tangibles de lo vivido y los incorpóreos del deseo y el sueño.
“añoro ser humo, fundirme en ese ardor corrosivo,/deshacerme
en cada calada,/aspirando en esa asfixia transitoria,/el veneno que alimenta
mis ansias”
Este libro es un logro auténtico de Marisol Santiago, que nos muestra el retrato íntimo de una mujer. Sin caer en tópicos manidos de rancia poesía, si no diciéndolo con un verso creíble, de una lírica cotidiana, dada la vuelta y convertida en algo fértil y extrañado. Poemas sutiles sobre la angustia, el temor, y también el afecto y la ternura, evitando frases e ideas preconcebidas, poemas de una contención casi física, ricos en sugerencias e imágenes substanciosas. Una voz nueva, pero ya redonda, completa. El libro está sólidamente estructurado, los poemas fluyen con sabiduría desarmada, sin derivar nunca en forma adocenada. Marisol ha entendido bien que no hay tema mejor o peor que otro, lo que cuenta es la huella, la cicatriz, el surco que deja la promesa del decir asombrado.
“Si tú estás cerca, soy poderosa, firme faro en tus ojos”
Así se nos presenta Marisol Santiago al final del camino que
es este libro. Honesta y libre de todo cinismo, parece que su ser se ha
lastimado y roto tantas veces que le resulta dolorosamente familiar la palabra
alma, que es decir espíritu y es decir aliento. Enhorabuena pues por estos poemas,
escritos al vaivén de esas mariposas negras, que alientan y que bailan, a
despecho de su fragilidad, por no sucumbir ante los monstruos de la desesperanza.
“Cuna de verdades,/mujer apacible sanando pasado, batiendo
presente”
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